lunes, 18 de abril de 2016

TIBURONES


       Mis compañeros de trabajo parecen estar conformes con el discurso corporativo que nos insuflan a diario en la Compañía. No es para menos. Nuestros superiores plantean la labor conjunta como un juego de equipo, casi como si lo nuestro no fuera en absoluto un trabajo, sino más bien un pasatiempo divertido e inocente. Se les ve felices (a mis compañeros, a nuestros directivos); pequeños tiburones al acecho de potenciales clientes, pero tiburones felices al fin y al cabo. En definitiva, recalcan, se trata de aceptar nuestra naturaleza depredadora para realizarnos en ella sin cortapisas morales de ningún tipo. Pero claro, tarde o temprano pasa lo que pasa, y no siempre es agradable.
       El pasado viernes Lola recibió una furiosa dentellada de Mario, que estaba hambriento de incentivos y, por desgracia, demasiado cerca. La llevamos rápidamente al hospital, pero la herida se infectó en cuestión de minutos y los médicos de urgencias no pudieron hacer nada. En su funeral tratamos (sin éxito) de captar algún cliente. No era el entorno más propicio –quién lo hubiera dicho– para vender seguros de vida; es lo que solemos denominar, en lenguaje de la Compañía, “Terreno Estéril”. Mario desistió a última hora para pedir disculpas a los familiares de Lola: dijo que lo sentía mucho, que la había confundido con otra persona. A pesar del dolor, se mostraron comprensivos. “Son accidentes de trabajo”, musitó uno de sus hermanos encogiéndose de hombros. Solemos referirnos a estas situaciones como “Bajadas de Guardia de Manual”. El pobre había caído en la trampa y a Mario ya sólo le restaba aprovechar el flagrante descuido emocional para endosarle un Seguro Completo con algunos Extras Específicos.
       Dicen nuestros directivos que tendremos que ponernos las pilas si queremos alcanzar a Mario este mes. En esta empresa juzgan primordial mantener la motivación por objetivos.