viernes, 3 de julio de 2015

FILOSOFÍA FICTICIA EN EL MUNDO ANTIGUO (IX)


       Morfíteles

       Morfíteles (siglo IV a. de C.) se ha hecho un hueco en la historia de la filosofía como el mejor de los discípulos de Platón. Su interpretación radical del “término medio” –noción torpemente esbozada por su compañero Aristóteles– es sin duda una de las cumbres de su pensamiento.
       Sostenía Morfíteles que los extremos, especialmente en el ámbito de la moral, resultan perniciosos para el ser humano. De este modo la bondad –que no deja de ser el extremo de una línea recta que en sentido inverso nos conduce a la maldad– se nos presenta como una virtud altamente desaconsejable. Asumido este precepto, la propuesta ética de nuestro filósofo es clara y diáfana: si hemos de guiarnos por el término medio, nuestras acciones no deben aspirar al bien o al mal, sino sencillamente a esquivar ambos farsantes.
       Famosa es la anécdota recogida por Dionecio, en la que se nos narra el encuentro de Morfíteles con un ilustre escultor ateniense que presumía de realizar las mejores obras de toda Grecia:
       << (...) y encontrándose más tarde en compañía del artista, Morfíteles tuvo la impresión de que su escultura era demasiado buena. “Por eso que tú me reprochas me he ganado el respeto de tiranos y gentes de bien”, se burló aquél. Morfíteles cogió entonces un martillo y golpeó con él la superficie del busto antes de que el escultor pudiera detenerlo. Cuando éste, viendo la obra destrozada, le recriminó su acción, el filósofo contestó así: “¡¿A qué tanto alboroto, si precisamente te he librado del respeto de tiranos y gentes de bien?!” >>[1].
       Morfíteles murió a causa de una sobredosis de cicuta. Su intención era ingerir la cantidad justa y necesaria de veneno para entrar en coma –estado que, como todos sabemos, representa el término medio entre la vida y la muerte–. Erró. 


[1] DIONECIO. Vidas de los filósofos olvidados. Madrid, Fuga crítica, 1984.