jueves, 29 de noviembre de 2012

CÉSAR DEBE VIVIR


Mi abuela lleva muchos años diciendo que las verdades hay que decirlas. Siempre he pensado que esa sentencia suya tiene algo de Shakespeare, algo de aristocracia moral, unas gotas de deber, en el sentido más trágico de la palabra. Pues bien, he aquí una pequeña verdad: César debe morir, de los hermanos Taviani, no es una película perfecta, pero sí es una película que deberían ver. Vale la pena acercarse al cine, en primer lugar, por la cruda fuerza que rezuman las actuaciones de algunos presos (Salvatore Striano, el actor que interpreta a Bruto, es un auténtico salvaje, un Brando en potencia), y en segundo lugar porque los (escasísimos) proyectos descabellados que de alguna manera logran esquivar la estulticia general para acabar en salas comerciales (una Cosmópolis, una Holy motors, por poner otros ejemplos recientes) deberían contar con el apoyo de aquellos que todavía creen en el séptimo arte. A veces ver es creer. Al final de la película, uno de los actores se confiesa: “Desde que conozco el arte, esta celda se ha convertido en una prisión”. Amén, casi oigo decir a mi abuela. Las verdades hay que decirlas: César debe vivir.

lunes, 26 de noviembre de 2012

ANATOMÍA DE LA CURIOSIDAD


Cada vez que me pica la curiosidad pienso que la historia de la curiosidad y la historia de los picores son la misma historia. Y que la sarna, con gusto, no pica. Y que ese gusto lo proporciona el rascarse. Y que rascarse es aprender. Y que los que no rascan no aprenden. Y que rascarse los huevos es también, a fin de cuentas, rascar. Y entonces ya no comprendo nada, porque, si todo el mundo rasca, entonces no rasca nadie. Puede que la diferencia entre la curiosidad y los huevos (u ovarios) determine la ambición y el futuro de cada uno de nosotros; es una posibilidad. Por eso, cada vez que me pica la curiosidad trato de ubicarla físicamente. Y así sigo, básicamente en las mismas, preguntándome qué me pica realmente –no vayan a ser los huevos–. 

jueves, 22 de noviembre de 2012

TIEMBLA, GAZA, TIEMBLA


Pienso en la franja de Gaza y me pregunto si, dada la situación, el ejército israelí no tendría ya previsto el escenario actual. Admito que quizás sea un interrogante tendencioso, pero no consigo sustraerme a la lógica del ejercicio especulativo, así que háganse cargo de mi temperamento y déjenme hacer. Imagino el razonamiento de los altos mandos sionistas: “Los tenemos sitiados, aislados, cabreados, enfermos. Pero sobre todo hemos diezmado sus esperanzas. Es un hecho. Tarde o temprano volverán a radicalizarse, alguno soltará un petardazo que nos servirá de excusa para defender nuestro territorio. Pues bien, cuando ese momento llegue asegúrense de pegar bien fuerte al enemigo. Porque mientras la comunidad internacional crea que en efecto nos defendemos, tendremos la oportunidad de dejar claro, de una vez por todas, quién manda en estos lares”.
Hace unos días Obama declaraba que Israel tiene derecho a defenderse. Podría defenderse de Hamás o del propio Netanyahu, pero finalmente lo hará (como siempre) del indefenso pueblo palestino. Mientras, el ejército exclama: “¡Eureka!”
Ahora parece que se declara una tregua. 5 víctimas mortales a un lado de la franja; 155 al otro. Adivinen.
Tiembla, Gaza, tiembla.

lunes, 19 de noviembre de 2012

LA LITERATURA ERA ESTO


Hay dos tipos de escritores (de escritores dignos de ser leídos, se entiende). Está el escritor que trata de contar, lo mejor que puede, una buena historia. Si además cuenta esa historia mejor que nadie, será grande. El segundo tipo de escritor es ese otro que nos presenta como historia algo que realmente no lo es, o que, para ser más exactos, era imposible que lo fuera hasta que él decidió que lo sería. Si además demuestra que la historia no es más que una excusa para seguir avanzando, ese escritor será imprescindible.
Últimamente sospecho que las malas historias no existen. Existen los malos escritores (y los malos lectores).

jueves, 15 de noviembre de 2012

EL DOBLE


Espero que ustedes no hayan cometido la imprudencia de googlear sus respectivos nombres completos en internet. Lo digo porque es bien sabido que todos tenemos al menos un doble al acecho, presto a arrebatarnos la personalidad. Hace algunos años me dejé caer por la página web de ILL (Ángel Herrero), una suerte de juglar indie que canta sobre desgracias reales o imaginarias y con el cual comparto, además de nombre y apellidos, cierto parecido físico. Desde entonces me dedico a seguir sus pasos, quizás para demostrarme a mí mismo que una coexistencia pacífica con el doble es perfectamente posible; y la verdad es que hasta he acabado encariñándome con este músico, cuyo nombre artístico (“enfermo” en castellano) me recuerda eso de que el arte, más que sanar, enferma irremisiblemente. Lo malo de ILL son sus silencios: por lo visto no es muy amigo de dar conciertos y lleva más de tres años sin grabar nuevas canciones. A veces tengo la absurda impresión de que, si él no avanza, tampoco yo lo haré. Y viceversa. Por eso fantaseo con la posibilidad de que descubra este blog y se anime a escribir, aunque supongo que en tal caso yo también debería comprarme una guitarra.
Ya les decía que con esto del doble hay que andarse con mucho cuidado, sobre todo por aquello de los gastos imprevistos.

lunes, 12 de noviembre de 2012

LOS BLOGS Y EL FUELLE


Una vieja amiga me recuerda que los blogs, en general, están perdiendo fuelle. No le falta razón. De eso mismo se quejaba Enrique Vila-Matas en un artículo relativamente reciente; quizás las redes sociales han terminado por fagocitar un fenómeno que por otra parte   –cedamos ahora el turno a la sinceridad– tampoco ha terminado de atraparme por completo. Y es que tengo la sensación de que la inmensa mayoría de blogueros (entre los cuales me incluyo) guarda para sí, consciente o inconscientemente, sus escritos más logrados, limitándose al blog-como-banco-de-pruebas, al blog-como-depósito-de-intuiciones, o al blog-como-mero-divertimento. Hay excepciones, claro está, como las había (y las seguirá habiendo) en lo referente a los diarios, aforismos, fragmentos, etc., de ciertos autores, que en ocasiones igualan o incluso superan en calidad y magnitud a la producción restante. Últimamente me llama la atención la faceta bloguera de Andrés Neuman, ese señor que a base de Microrréplicas parece empeñado en contradecir, por el bien de todos, la tónica general: he aquí el caso de un novelista más que decente, un cuentista notable, y un bloguero definitivamente delicioso. No se lo pierdan. Es gratis.

jueves, 8 de noviembre de 2012

MALDITA EME


No son sus dibujos, ni sus obras de teatro, ni sus cuentos; tampoco su capacidad para reírse criticando (demoliendo) o criticar riéndose (y haciéndonos reír). Lo primero que me llama la atención del genial escritor, dibujante y dramaturgo polaco Slawomir Mrozek (Borzecin, 1930) es en realidad algo tan sencillo como su apellido, concretamente la primera letra, la eme. He pensado que, en materia de cuento, mis miniaturistas favoritos (Manganelli, Monterroso, Monzó, Merino, Millás y ahora me veo casi forzado a añadir al propio Mrozek) también empiezan por eme. Como la palabra “miniaturistas”, por cierto. O como “mosca”, que es un insecto volador al que son muy aficionados estos señores y alguna que otra señora (otra eme para Mansfield). Y claro, como soy una persona paranoica e impresionable, esto también me lleva a pensar en una especie de conspiración universal que impida destacar en el selecto campo del microrrelato (vaya con la eme) si uno se apellida Herrero –por ejemplo– y en vez de sobre moscas escribe    –es otro ejemplo– sobre gusanos. Seguiré pensando en ello. Y dejaré de escribir, muy probablemente –o empezaré a hacerlo como Mherrero, que es la única solución que se me ocurre–. Ríanse, ríanse. A ver qué pasa cuando Marías, Michon o Magris descubran su auténtica vocación.

lunes, 5 de noviembre de 2012

LA POLÍTICA DEL MIEDO


“Nunca más, mientras yo sea alcaldesa de Madrid, cederemos, alquilaremos o consentiremos en ningún edificio del Ayuntamiento un evento como éste”. Son palabras de Ana Botella, a propósito de la catástrofe del Madrid Arena, que encarnan a la perfección los atávicos recursos de la política del miedo: partiendo de hechos escalofriantes (sucedidos o susceptibles de suceder), el poder sugiere o directamente impone, a modo de solución, medidas desproporcionadas –y sin embargo retóricamente eficaces– que a menudo se traducen en un flagrante recorte de las libertades civiles y del sentido común. No es nada nuevo, y tampoco se trata de recursos que podamos adscribir exclusivamente a la derecha o a la izquierda políticas, al pensamiento religioso o al laico: no se preocupen, que aquí hay para todos. La pena de muerte en los USA, por ejemplo, está basada en el miedo a las reinserciones fallidas, a los monstruos que ellos mismos producen. La abstinencia sexual sigue siendo, para el Vaticano, la mejor solución contra los embarazos no deseados y la plaga del VIH. El gobierno cubano lleva décadas rechazando el pluripartidismo, aduciendo que el invasor yanqui podría aprovechar el cambio para infiltrarse en el sistema. Y muchos políticos españoles “de centro” (¿qué será eso?) abominan del Estado de la Autonomías, no vaya a ser que la pluralidad institucional acabe por romper España. Todos echan mano del miedo, presentando la mutilación como respuesta adecuada y legítima. Todos fingen (quizás sin saberlo) que la Retórica de Aristóteles nunca ha sido escrita. Y sin embargo ahí está, desde el siglo IV a. C. (para el que se tome la molestia de echarle un vistazo, claro).

RAZONES PARA NO ABRIR UN BLOG


–Deberías abrir un blog: sería una buena forma de darte a conocer.
–¿A quién?
–A la gente, a los lectores.
–Ah…
–Piénsalo: nadie sabe quién eres.
–Hombre, tú sí sabes quién soy…
–La verdad es que no.
–Pues yo tampoco.
–Pues eso.
–Pues vaya.
–Pues dale.
–Pues tienes razón: allá vamos.
–…
–Oye, ¿y tú?
–¿Cómo que y yo?
–Sí, ¿Quién eres tú?
–Yo soy otro.
–Ah…
–…
–Deberías abrir un blog: sería una buena forma de darte a conocer.